Salud del adolescente y el joven adulto 1

¿Quiénes presentan mayor riesgo de morir?

Las probabilidades de supervivencia de adolescentes y jóvenes adultos son muy variables según el lugar del mundo de que se trate. En 2020, la probabilidad más alta de morir entre los 10 y los 24 años se daba en el África subsahariana, Oceanía (excluyendo Australia y Nueva Zelandia) África septentrional y Asia meridional (1). En promedio, la probabilidad general de que un niño de 10 años muriera antes de cumplir los 24 era 6 veces mayor en el África subsahariana que en América del Norte y Europa. 

Principales problemas de salud

Lesiones y traumatismos

Las lesiones y traumatismos no intencionados son una de las principales causas de muerte o discapacidad entre los adolescentes. En 2019 murieron casi 100 000 adolescentes (de 10 a 19 años) a consecuencia de un accidente de tránsito (2). Muchos de ellos eran «usuarios vulnerables de las vías de tránsito», esto es, peatones, ciclistas o usuarios de vehículos de dos ruedas motorizados. En muchos países hacen falta leyes más amplias de seguridad vial y hay que reforzar la aplicación de esas leyes. Además, los conductores jóvenes deben recibir asesoramiento sobre conducción segura, sin olvidar que las leyes que prohíben conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas deben aplicarse con rigor a todos los grupos de edad. Los niveles prescritos de alcoholemia deben ser más bajos para un conductor joven que para un adulto. Se recomienda la implantación de un permiso progresivo para conductores noveles, con tolerancia cero para la conducción bajo los efectos del alcohol.

El ahogamiento es otra de las principales causas de muerte de adolescentes: se calcula que en 2019 se ahogaron más de 40 000 adolescentes, que en más de sus tres cuartas partes eran varones. Una intervención esencial para prevenir estos fallecimientos es enseñar a nadar a los niños y adolescentes.

Violencia

La violencia interpersonal se encuentra entre las principales causas de mortalidad de adolescentes y jóvenes en el mundo, aunque su peso varía sustancialmente de una región del mundo a otra. En los países de ingresos bajos y medianos de la Región de las Américas de la OMS es la causa de casi un tercio de todas las muertes de varones adolescentes. Según los datos de la Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE), un 42% de los chicos adolescentes y un 37% de las chicas estaban expuestos a intimidación. La violencia sexual también afecta a una importante proporción de los jóvenes: 1 de cada 8 jóvenes da cuenta de abusos sexuales.

La violencia durante la adolescencia también acrecienta el riesgo de lesiones, infección por el VIH y otras infecciones de transmisión sexual, problemas de salud mental, mal rendimiento en la escuela y deserción escolar, embarazo precoz, problemas de salud reproductiva y enfermedades transmisibles y no transmisibles.

Entre las estrategias eficaces de prevención y respuesta están el fomento de la parentalidad y del desarrollo en la primera infancia, la prevención de la intimidación en el medio escolar, programas que fomenten las aptitudes sociales y para la vida e intervenciones comunitarias para reducir el acceso al alcohol y las armas de fuego. La prestación de una atención eficaz y empática a los adolescentes sobrevivientes de la violencia, proporcionándoles un respaldo continuo, puede ayudar a manejar las consecuencias físicas y psicológicas.

Salud mental

La depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad en los adolescentes y el suicidio es la segunda causa de defunción entre los 15 y los 19 años (2). Los trastornos de salud mental explican un 16% de la carga mundial de morbilidad y lesiones en las personas de entre 10 y 19 años. La mitad de todos los trastornos de salud mental en la edad adulta comienzan antes de los 14 años, pero en la mayoría de los casos no son detectados ni tratados.

Muchos son los factores que inciden en el bienestar y la salud mental de los adolescentes. La violencia, la pobreza, la estigmatización, la exclusión y la vida en entornos frágiles o de crisis humanitaria pueden aumentar el riesgo de que surjan problemas de salud mental. El hecho de no ocuparse de los trastornos de salud mental de los adolescentes tiene consecuencias que se extienden a la edad adulta, perjudican la salud física y mental de la persona y restringen sus posibilidades de llevar una vida plena en la edad adulta.

El cultivo de las aptitudes socioemocionales de niños y adolescentes y el hecho de proporcionarles apoyo psicosocial en la escuela y otros espacios comunitarios puede ayudar a promover un buen estado de salud mental. También son importantes los programas que ayudan a reforzar el vínculo entre los adolescentes y su familia y a mejorar la calidad de su entorno doméstico. En caso de que surjan problemas, estos deben ser detectados y manejados a tiempo por profesionales sanitarios competentes y solícitos.

Consumo de alcohol y drogas

En muchos países el consumo de alcohol en la adolescencia suscita gran preocupación. Puede reducir el autocontrol y alimentar comportamientos arriesgados, como las prácticas sexuales de riesgo o la conducción peligrosa, y es una causa subyacente de lesiones (en particular a consecuencia de accidentes de tránsito), violencia y muerte prematura. También puede engendrar problemas de salud que aparezcan en una etapa posterior de la vida y afecta a la esperanza de vida. Más de una cuarta parte de las personas de entre 15 y 19 años del mundo, lo que supone 155 millones de adolescentes, son consumidores actuales de alcohol. En 2016, la prevalencia de ingesta episódica de grandes cantidades de alcohol en adolescentes de entre 15 y 19 años fue del 13,6%, estando los varones expuestos al mayor nivel de riesgo.

El cannabis es la droga psicoactiva que más utilizan los jóvenes: alrededor de un 4,7% de las personas de 15 a 16 años lo consumieron al menos una vez en 2018.  El consumo de alcohol y drogas por parte de niños y adolescentes viene asociado a alteraciones neurocognitivas que más adelante pueden generar problemas de comportamiento, emocionales, sociales o académicos.

La prevención del consumo de alcohol y drogas es un importante ámbito de trabajo en materia de salud pública, labor que puede pasar por estrategias e intervenciones dirigidas a la población y actividades en la escuela, la comunidad, la familia o a nivel individual. Entre las principales fórmulas para reducir el consumo de alcohol en la adolescencia están el establecimiento de una edad mínima para comprar y consumir alcohol y la eliminación de la mercadotecnia y la publicidad dirigidas a los menores.

Consumo de tabaco

La inmensa mayoría de las personas que hoy en día consumen tabaco empezaron a hacerlo en la adolescencia. Es crucial prohibir la venta de productos de tabaco a los menores (menos de 18 años) y aumentar el precio de los productos del tabaco gravándolos con impuestos más elevados, prohibir la publicidad del tabaco y garantizar espacios libres de humo. A escala mundial, al menos 1 de cada 10 adolescentes de entre 13 y 15 años consume tabaco, aunque hay zonas donde esta cifra es mucho más alta.

VIH/sida

Según los cálculos, en 2019 había 1,7 millones de adolescentes (de entre 10 y 19 años) que vivían con el VIH, de los que alrededor del 90% estaban en la Región de África de la OMS (3).  Si bien las nuevas infecciones de adolescentes han ido cayendo sustancialmente desde el pico máximo registrado en 1994, este grupo de edad todavía representa alrededor de un 10% del total de nuevas infecciones de adultos por el VIH. Dentro de ese porcentaje, tres cuartas partes corresponden a chicas (4). Además, aunque las nuevas infecciones pueden haber disminuido en muchos de los países más gravemente afectados, la cobertura de las pruebas realizadas últimamente sigue siendo baja, lo que deja pensar que quizá muchos adolescentes y jóvenes adultos vivan con el VIH sin saberlo (5).

Los adolescentes que viven con el VIH tienen peor acceso a tratamiento antirretroviral y en ellos se observan índices más bajos de cumplimiento del tratamiento, permanencia en el proceso asistencial y supresión de la carga vírica. Un factor básico que contribuye a ello es la escasa prestación de servicios adaptados a los adolescentes, que incluyan apoyo e intervenciones psicosociales.

Los adolescentes y los jóvenes adultos deben saber cómo protegerse de la infección por el VIH y también deben tener los medios para hacerlo, lo que significa en particular que puedan tener acceso a intervenciones de prevención (como la circuncisión médica masculina voluntaria, preservativos y profilaxis anterior a la exposición) y mejor acceso a servicios de prueba y asesoramiento en relación con el VIH, y que además haya nexos más sólidos con los servicios de tratamiento contra el VIH para aquellos que den resultado positivo.

Otras enfermedades infecciosas

Gracias a la mejora de la vacunación infantil, se ha registrado una marcada disminución de la mortalidad y la discapacidad de adolescentes debidas al sarampión. Entre 2000 y 2012, por ejemplo, la mortalidad de adolescentes por sarampión cayó en un 90% en la Región de África.

Según las estimaciones, la diarrea y las infecciones de las vías respiratorias inferiores (neumonía) se encuentran entre las 10 principales causas de mortalidad de adolescentes de entre 10 y 14 años. Estas dos enfermedades, junto con la meningitis, figuran entre las cinco principales causas de mortalidad de adolescentes en los países africanos de ingresos bajos y medianos.

Ciertas infecciones, como la causada por el virus del papiloma humano (VPH), que suele darse una vez que la persona empieza a tener relaciones sexuales, pueden provocar enfermedades a corto plazo (verrugas genitales) durante la adolescencia, pero lo más importante es que también dan lugar a cánceres cervicales y otros cánceres varios decenios después. La primera adolescencia (de 9 a 14 años) es el momento óptimo para vacunar contra la infección por el VPH. Se calcula que, si el 90% de las niñas del mundo recibiera la vacuna contra el VPH, se podrían salvar más de 40 millones de vidas en el curso del próximo siglo. Según las estimaciones, sin embargo, en 2019 solo recibieron la vacuna un 15% de las niñas del mundo.

Embarazos y partos precoces

Cada año, aproximadamente 12 millones de adolescentes y jóvenes de entre 15 y 19 años, y al menos 777 000 niñas menores de 15 años, dan a luz en regiones en desarrollo. Las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto se encuentran entre las principales causas de mortalidad entre las jóvenes de 15 a 19 años en todo el mundo.

 La División de Población de las Naciones Unidas muestra que, en 2020, la tasa mundial de natalidad entre las adolescentes asciende a 41 partos por 1000 chicas de esa edad y, en función de los países, oscila entre 1 y más de 200 por 1000 (6). Esas cifras indican un marcado descenso desde 1990, que se refleja asimismo en la disminución de las tasas de mortalidad materna de las jóvenes de 15 a 19 años.

Una de las metas específicas del Objetivo de Desarrollo Sostenible relacionado con la salud (ODS 3) consiste en garantizar, de aquí a 2030, el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación familiar, información y educación y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales.

Las adolescentes necesitan una educación sexual completa, es decir, un proceso didáctico basado en un currículo sobre los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad. Es algo a lo que tienen derecho. Mejorar el acceso a la información y los servicios de anticoncepción puede hacer que disminuya el número de jóvenes que quedan embarazadas y dan a luz a una edad demasiado temprana. También puede ser útiles leyes por las que se prohíba contraer matrimonio antes de los 18 años.

Las jóvenes que quedan embarazadas deben poder recibir una atención prenatal de calidad. Cuando la ley lo permita, las embarazadas que decidan poner término a su embarazo han de tener acceso a un aborto seguro.

Nutrición y carencia de micronutrientes

En 2019, la anemia por carencia de hierro fue la segunda causa principal de años perdidos por fallecimiento o discapacidad entre los adolescentes. Los suplementos de hierro y ácido fólico son una solución que también ayuda a mejorar la salud antes de que los adolescentes se conviertan en padres. Se recomienda administrar regularmente a los adolescentes un tratamiento vermífugo en aquellas zonas con presencia frecuente de helmintos intestinales, como los anquilostomas, a fin de prevenir deficiencias de micronutrientes (como el hierro).

Desarrollar en la adolescencia unos buenos hábitos de alimentación sana es fundamental para gozar de una buena salud en la edad adulta. Asimismo, reducir la comercialización de alimentos ricos en grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcares libres o sal, y ofrecer acceso a alimentos sanos son medidas importantes para todos, pero en particular para los niños y los adolescentes.

Desnutrición y obesidad

Muchos niños y niñas de países en desarrollo padecen desnutrición cuando llegan a la adolescencia, lo que los hace más propensos a contraer enfermedades y morir a una edad temprana. En el lado opuesto, el número de adolescentes con exceso de peso u obesidad está aumentando en los países de ingresos bajos, medios y altos.

A nivel mundial, en 2016, más de uno de cada seis adolescentes de 10 a 19 años tenía sobrepeso. La prevalencia variaba según las regiones de la OMS, y oscilaba entre menos del 10% en la Región de Asia Sudoriental y más del 30% en la Región de las Américas.

Actividad física

La actividad física aporta beneficios para la salud sumamente importantes en los adolescentes, entre ellos la mejora de la capacidad cardiorrespiratoria y muscular, de la salud ósea, el mantenimiento de un peso corporal saludable y beneficios psicosociales. La OMS recomienda que los adolescentes realicen al menos 60 minutos de actividad física de moderada a intensa de promedio diario a lo largo de la semana, por ejemplo mediante juegos o deportes, actividades de desplazamiento (como el ciclismo o caminar) o la educación física.

Se calcula que, a nivel mundial, solo 1 de cada 5 adolescentes cumplen estas directrices. La prevalencia de la falta de actividad es elevada en todas las regiones de la OMS, y es más alta entre las adolescentes en comparación con los adolescentes varones.

Para aumentar los niveles de actividad, los países, las sociedades y las comunidades deben crear entornos y oportunidades seguros y propicios para que todos los adolescentes puedan realizar actividad física.

Derechos de los adolescentes

Los derechos del niño (persona menor de 18 años) a sobrevivir, crecer y desarrollarse se recogen en diversos instrumentos jurídicos internacionales. En 2013, el Comité de los Derechos del Niño, encargado de vigilar el cumplimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño, publicó directrices sobre el derecho de los niños y los adolescentes al goce del grado máximo de salud que se pueda lograr. Asimismo, en 2016 se publicó una Observación general sobre el cumplimiento de los derechos de los niños durante la adolescencia. En las publicaciones se ponen de relieve las obligaciones de los Estados de reconocer los derechos y necesidades de salud y de desarrollo de los adolescentes y las personas jóvenes.

La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer establece también los derechos de las mujeres y las niñas a la salud y a una atención de salud adecuada.

Respuesta de la OMS

En mayo de 2017, la OMS publicó un importante informe: Aceleración mundial de las medidas para promover la salud de los adolescentes (Guía AA-HA!): Orientación para la aplicación en los países. La Guía AA-HA! se basa en las aportaciones recibidas tras un amplio proceso de consultas con los Estados Miembros, los organismos de las Naciones Unidas, los adolescentes y los jóvenes, la sociedad civil y otros asociados. Su objetivo consiste en prestar asistencia a los gobiernos a la hora de decidir qué prevén hacer, y cómo, para responder a las necesidades sanitarias de los adolescentes en sus países. Este documento de referencia va dirigido a los formuladores de políticas y a los gestores de programas nacionales para ayudarlos a planificar, aplicar, seguir y evaluar los programas de salud del adolescente. Se ha formado a equipos de 68 países en la aplicación de la Guía AA-HA! por lo que respecta a la determinación de las prioridades nacionales, la programación, el seguimiento y la evaluación, y muchos países están utilizando este enfoque para actualizar las estrategias y políticas nacionales.

Para mejorar las mediciones sobre la salud del adolescente en todo el mundo, la OMS, en colaboración con el ONUSIDA, la UNESCO, el UNFPA, el UNICEF, ONU-Mujeres, el Banco Mundial y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), ha establecido el  Grupo Consultivo sobre la Acción Mundial para la Medición de la Salud del Adolescente (GAMA). GAMA proporciona orientación técnica a la OMS y a los organismos asociados de las Naciones Unidas para definir un conjunto básico de indicadores de la salud del adolescente con miras a armonizar las medidas sobre la medición y presentación de informes en ese campo. 

De forma general, la OMS desempeña toda una serie de funciones para mejorar la salud de los jóvenes, en particular:

  • establece directrices basadas en datos científicos para prestar apoyo a los servicios de salud y otros sectores;
  • formula recomendaciones a los gobiernos sobre la salud de los adolescentes y los sistemas de salud adaptados a los adolescentes, entre otras cosas en relación con la oferta a este grupo de servicios de salud de alta calidad y diseñados en función de la edad;
  • documenta los progresos realizados en materia de salud y desarrollo del adolescente; y
  • promueve la toma de conciencia sobre cuestiones de salud de los jóvenes entre el público en general y entre las diferentes partes interesadas.
  • aboga, junto con gobiernos y en colaboración con organizaciones de jóvenes y al servicio de los jóvenes, por apoyar el establecimiento de estructuras y procesos nacionales para institucionalizar la participación del adolescente en los diálogos relativos a las esferas pertinentes de políticas públicas, financiación y aplicación de programas.

Referencias

(1) Grupo Interinstitucional para la Estimación de la Mortalidad en la Niñez de las Naciones Unidas. Levels and trends in child malnutrition: Report 2021. https://childmortality.org/wp-content/uploads/2021/12/UNICEF-2021-Child-Mortality-Report.pdf

(2) Liu L, Villavicencio F, Yeung D et al. National, regional, and global causes of mortality in 5-19-year-olds from 2000 to 2019: a systematic analysis. Lancet Glob Health 2022;10:e337-47.

(3) ONUSIDA, https://aidsinfo.unaids.org/

(4) UNICEF, 2020. https://data.unicef.org/topic/hivaids/adolescents-young-people/#:~:text=HIV%20in%20adolescents,of%20new%20adult%20HIV%20infections.

(5) Consolidated guidelines on the use of antiretroviral drugs for treating and preventing HIV infection: recommendations for a public health approach – 2.ª edición, Organización Mundial de la Salud, 2016.

(6) División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. World population prospects: fertility data 2020-2025. 2020. https://population.un.org/wpp/Download/Standard/Fertility/. 

1 Disponible en red:
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/adolescents-health-risks-and-solutions